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CODHECUN-0139


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LO DE CUBA Como se guerrea en cuba Un ilustrado jefe del ejército que ha hecho la primera campaña de Cuba envía el siguiente cuadro de las dificultades que ofrece la manigua. No lo olviden los impacientes que crean posible una campaña rápida. Los que no conocen la isla de Cuba se asombran de que una rebelión se mantenga allí mucho tiempo. Si la primer campaña separatista no estuviera tan presente en la memoria de los españoles, parecería fábula. Duró doce años aquella guerra memorable, á pesar del heroismo de nuestras tropas y de los doscientos millones de pesos que se gastaron. Algo hicieron los separatistas, porque no sería justo negarles el valor y la constancia; pero casi todo lo hizo, en contra de España, el teatro de la guerra. Sobre una superficie de 108.000 kilómetros cuadrados, hay poco más de millón y medio de habitantes. La población es de 13 almas por kilómetro; pero como se agrupa en las costas, el interior del país está deshabitado. Pueden recorrerse cien leguas sin hallar ni una casa ni un hombre. La vegetación tropical cubre el terreno de maleza inextricable y de arbolado copiosísimo. En el monte y en la llanura, sin necesidad de penetrar hasta el bosque, se ocultan con facilidad ejércitos enteros. Por valles como por sierras es menester abrirse camino á golpes de machete. La senda, despejada á fuerza de mucho trabajo, vuelve á cubrirse de tupidos matorrales en muy pocos dias. Grandes pantanos y lagunas impiden el paso y envenenan la atmósfera. Numerosos rios, algunos de abundoso caudal y en parte navegables, tienen por afluentes multitud arroyuelos que con las lluvias estivales dilatan sus riberas, encharcan las campiñas y cortan comunicaciones. Abruptos barrancos y altas montañas ofrecen asilo á todo el que huye, y no hay que subír á las lomas del Cuzco, á las cumbres del Jobo ni á la cima del Turquino para verse libre de la persecución más tenaz. El terreno ondulado, que tanto abunda en la isla, estorba el ataque mucho más que la defensa. La manigua, con su manto de arbustos, hierbas y trepadores, teje dilatadísima enramada de poca altura, que es una asechanza perenne, red inmensa donde el más astuto cazador se expone á ser cazado. La selva vírgen, enemiga del hombre, parece que se abre cariñosa al recibir al perseguido y que acumula obstáculos delante del perseguidor. Aquellos árboles hermosísimos, el sabicú, el cedro, las acacias, el roble, la sabina, el caobo, las palmas expléndidas, el guayacán, la magnífica seiba que alza su cárdeno remaje sobre los colosos del bosque, unidos todos por los rústicos abrazos del jagüey opresor y de las parásitas hambrientas, forman un muro impenetrable y tenebroso, eterna salvaguardia de las huestes fugitivas. En las partes más accesibles del teatro de la guerra, teatro escogido con habilidad por los insurrectos, aunque no haya obstáculos materiales que vencer, nunca faltan las mortificaciones propias de la zona tropical, apenas sentidas por los hijos del país. Las tropas españolas, obligadas á marchar y contramarchar continuamente, puesto que tratan de perseguir á un adversario que funda sus éxitos en la movilidad y en la rapidez no menos que en la astucia y en la osadía, padecen con harta frecuencia los efectos de los cambios de temperatura, de la mala calidad de las aguas en los terrenos bajos, de la influencia de un sol ardiente después de una lluvia torrencial. No hay regularidad posible para el descanso y las maniobras: todo es anormal en aquella vida de campaña, en aquellos lugares que responden con la dolencia y con la muerte al abandono en que los deja la civilización. Luego acuden las pequeñas molestias, que no por ser pequeñas son más tolerables: las moscas, que constituyen trescientas especies; el mosquito jején, el ávido lancero, el repugnante rodador, las cucarachas aladas, las hormigas, el alacrán, las arañas; el bicho candela, que puede cegar al hombre; la nigua, que puede matarle. Y, por fin, existen siempre los grandes peligros: la disentería, las fiebres palúdicas, el tétanos, la viruela, la tisis y el vómito negro. Nadie aventaja al español en condiciones de asimilación y de resistencia, sea cual fuere el pais donde se halle; pero no es posible negar que la primer campaña de Cuba duró y costó mucho por la influencia del territorio. Tengan en cuenta las anteriores observaciones los que no han guerreado en Cuba, y no se sorprendan de la forzada lentitud de las tropas españolas. Las de cualquier otra nación irían mucho más despacio.


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