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CODHECUN-0147
Maridos á dúo
Lo que quedarnos sin Cuba
y tambien sin Puerto Rico
−por lo pronto, que despues
veremos si de arma “un lio”
y se lleva á Filipinas
algun punto filipino−
es muy grave, aunque al gobierno
todo eso le importa un pito.
Si embargo, lo más fuerte
es, que al regresar al nido
conyugal muchos esposos
imparciales y solícitos,
¡horror! se encuentran cesantes
del empleo de maridos,
porque las tiernas esposas
en un rapto de histerismo
al suponerles cadáveres
−tal vez por no haber escrito−
¡zás! se han casado con otro,
no cadáver sino vivo.
En Cataluña, en Valencia,
y aqui, sucede lo mismo:
un muerto resucitado,
un esposo fallecido,
que de pronto se presenta
con todos sus utensilios
matrimoniales, pidiendo
con justo derecho el sitio
en el hogar y en el tálamo:
¡que conflicto! ¡que conflicto!
Legalmente y segun cánones
el esposo primitivo
debe ser el que se lleve
á la mujer, concedido:
¿pero cómo se la lleva,
con los desperfectos físicos
que el segundo matrimonio
le habrá causado de fijo?
¡Pues no digamos de ella!
Si distancias ha medido
y si ha hecho comparaciones
y vá á gusto en el machito…
y por feliz coincidencia
se halla en estado… de sitio,
vayale usted á que acepte
un cambio tan repentino.
Total, que si en estas cosas
me paro, pienso y medito,
lo de perder las colonias
se me antoja lo mas infimo
y hasta lo del pro-to-co-lo
me parece sencillísimo.
¡Cielos! Pero eso de hallarse
mujeres con dos maridos…
¡eso si que me resulta
sublime, hermoso, magnífico!
Cerisola.
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