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CODHECUN-0205


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Necedad humana Sin ofender á nadie, y sin deseo de hacer oposición ¿no es verdad que todos los gobiernos de todos los países dicen lo mismo? ¡Parece imposible que el público sea tan tonto! ¡Verdad es que si el público, los paises, los vecinos de cada pueblo, no fueran rematadamente tontos, no habría Gobiernos! Llega un eminente hombre de Estado al poder: van á verle los reporters, y ya se llame este hombre Cripi, ó Gladstone, ó Ribot, ó Silvela, ó Sagasta, les dice, desde hace un siglo: Que al llegar al poder lo ha encontrado todo desorganizado, perdido, en estado lamentable. ─Que no ha hecho más que recoger la herencia (esta frase la he leído en cinco ó seis idiomas) de sus antecesores y que lo malo que haga será porque los otros lo dejaron comenzado y con este ó el otro compromiso. ─Que la situación no es tan grave como se dice. (Seis meses antes de llegar al poder dicen todos que jamás la Francia, ó la Italia, ó la Alemania, ó la España, habían pasado por una crisis tan grave.) ─Que el Gobierno cumplirá con su deber Y los países, las naciones, los públicos, siguen pagando y entusiasmándose con el discurso del gran orador, del eximio estadista ó del popular tribuno.. El público es, en todas partes, un desdichado. Le dicen que hay por la noche fuegos artificiales, y corren 20 000 almas á ver unas ruedecitas de chispas y unos cohetes de lágrimas. Le dicen que comprando un papel que se llama obligaciones de esto ó de lo otro se hará rico; y corre tras los papelitos como el atún, que se pesca con papelitos lo mismo ni más ni menos que pescan los financieros á los accionistas de Suez, de Panamá, de los cien mil negocios modernos. Le cuentan en un discurso lleno de palabras huecas que va á venir la libertad, que no se puede vivir sin conservadores, que la guerra tal ó cual es muy necesaria, que el Papa está preso, que la revolución hará que lluevan panecillos, y creyendo todo eso, se está con la boca abierta lo mismo que en los fuegos artificiales! Hicimos una revolución que se contentó con matar á un estanquero, y hacer ministros, condes y marqueses, y por último, monárquicos á todos los que le prometieron al pais que no tendría quintas, ni leyes de imprenta, ni frailes ni monjas, ni pies ni cabeza, y se batieron por ella como leones los republicanos, para venir á parar en que se restaurase todo, y aquí no ha pasado nada. Y el país tan tranquilo. Y ahora con invocar los unos el honor nacional y los otros la conveniencia de una paz honrosa, nos hemos quedado sin colonias, seguirá todo como estaba; el invierno próximo se morirá la gente de hambre, y cualquier Gobierno blanco ó negro, nos dirá que dado el estado en que ha encontrado al país, hay que esperar esto ó lo otro, y á la primavera que viene repetiremos todos: Esto está perdido, esto no es país, hay que hacer una que sea sonada Y el primer domingo de Pascua irá el pueblo á los todos; y el Gobierno que haya por entonces, represente lo que quiera, dirá que el patriotismo, y el orden, y esto, y lo otro y aquí no ha pasado ni pasará nada! Y todos sin enterarnos de que somos unos tontos, y que lo que hay que ser es ministro, que es mejor negocio que tener una botica ó una perfumería! RUY BLAS.


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