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CODHECUN-0254


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LOS GLOBOS CAUTIVOS EN CUBA Es evidente que la dificultad de tener confidencias exactas de los movimientos de los rebeldes y el conocimiento que éstos tienen de la situación de nuestras columnas, son las causas principales de que sean estériles las fatigas de nuestro heróicos soldados y no se logren en la campaña de Cuba éxitos de importancia. Claro es también, que cuando las partidas enemigas se mueven en un territorio montuoso y poblado de árboles, de escasa eficacia podría ser el medio que proponemos; pero hallándose hace tres meses el núcleo rebelde en la provincia de la Habana, que forma un rectángulo de 10 leguas de ancho por 14 de largo, en la que hay poca vegetación arbórea y montes de escasa elevación, es indudable que un globo cautivo colocado en una altura próxima á Madruga ó á Bejucal, que equidistan de ambas costas unas cinco leguas, vigilaría perfectamente gran parte de la provincia, aunque solo se elevase 400 metros. Comunicando este globo, por medio de un hilo telefónico, con el jefe de una división próxima, sería fácil á éste conocer instantáneamente todos los movimientos del enemigo, en una mitad de la provincia, y podría la caballería atacarlos en el mismo día, sin darles tiempo para dispersarse y huir por entre medio de dos columnas durante la noche. El mismo globo, por medio de banderas, podría guiar á las tropas hasta encontrar á los rebeldes, que, acosados de cerca, huirían de las provincias llanas, rudamente castigados. No es esto cosa que no se haya ensayado. En la batalla de Fleurus, un globo montado por el físico Cutelle dió á conocer á los franceses los movimientos del enemigo. Más recientemente; cuando el general Mac-Clellán atacó en 1862 á Richmond, debió en gran parte el asombroso éxito de su campaña á un glboo que le permitió siempre oponer á los confederados fuerza abrumadoras por el conocimiento exacto que tenía de todas sus maniobras. Es, pues, cosa que admira á todos los que se ocupan de la guerra de Cuba, ver despreciado este medio de información sin rival por su exactitud. En la Exposición de París de 1878, se pudieron ver los grandes progresos que el ingeniero Mr. Giffard consiguió en el arte de construir y manejar los globos cautivos, cosa hoy tan fácil como manejar un caballo, con un gasto insignificante. Situado un globo en los puntos indicados, vigilaría gran parte de la provincia de la Habana, y como no necesitaría llevar más que el aeronauta, un jefe militar, un hilo telefónico y el cable de sujeción, es decir, un escaso peso, bastaría que tuviese una fuerza ascensional de 1.000 kilógramos, desplazando poco más de 1.000 metros cúbicos, suponiéndole lleno de hidrógeno que es el gas más ligero. ¿No podría el ilustre general Azcárraga consagrar á este asunto algunos momentos? ¿Y no debía la Habana, aunque fuese por suscrición, encargar á París un globo, que evitase las dolorosas correrías de los que quieren libertar á Cuba sumiéndola en la miseria y en la barbarie?


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