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¿QUÉ PASA EN CUBA?
Imposible de todo punto es afirmar en estos momentos, si se atiende á las noticias oficiales, cuál es la verdadera situación en que se encuentra nuestra isla de Cúba.
Lo que én un principio se dijo que revestía caracteres alarmantes, hoy se supone reducido á una intentona sin consecuencias, ó, lo que es igual, el Gobierno viene á reconocer su ligereza, y por consecuencia su responsabilidad moral, por la alarma producida.
De buen grado podría dispensarse al Gobierno su torpeza, si realmente pudiera colocarse en la categoría de los hechos demostrados, lo que respecto al estado de aquella isla se afirma hoy. Pero, en oposición con las palabras, se nos ofrecen hechos, de tal importancia y gravedad, que, no hay remedió, de ellos es necesario deducir que el Gobierno no cumple con decir al país toda la verdad de lo que ocurre.
Si fueron solo unas cuantas partidas de bandidos las que por su propia cuenta dieron el grito separatista, y estas partidas han quedado disueltas ó huyen perseguidas, ¿á qué, entonces, ese envío de fuerzas proyectado con tanta precipitación y que se organiza aún con mayor premura?
Ni España escatimó nunca, ni escatimaría ahora, todo género de sacrificios para defender la integridad de su territorio. Pero este sentimiento que facilita al Gobierno el medio de cumplir sus deberes más rudimentarios, no puede, ni debe por modo alguno, ser explotado para fines políticos, ni creemos que lo sea en esta ocasión.
La responsabilidad de nuestros gobernantes, sería de otro modo extraordinaria; porque á nadie puede ocultarse que, si bien es por efecto de nuestra mala organización militar, mover hoy nuestras fuerzas equivale á condenarlas á un diezmo forzado, que acaso alcance al 50 por 100 de las que se envíen á Cuba.
Los rigores del clima, siempre funesto para los españoles en aquella Antilla, lo son mucho mas cuando a ella se llega sin la conveniente aclimatación.
Todo esto hace creer que el Gobierno no dice al país la verdad. Teme la responsabilidad que le alcanza, porque no ignora cuál es la causa de cuanto ocurre; pero no menos teme las consecuencias posibles, si con mano enérgica no acude á contener la rebelión y restablecer los prestigios todos de la patria.
Este es el verdadero movil de la conducta del Gobierno; no como, con marcada y aviesa intención, ha dicho algun periódico ministerial, que obraba sugerido por las excitaciones del patriotismo mal entendido. Los gobiernos deben ser prudentes para no dejarse impresionar por ningún género de sugestiones, pero, el que preside el Sr. Sagasta, si entre sus títulos no cuenta la prudencia, tiene, en cambio, tupé bastante para no hacer sino lo que estima conveniente á los fines que persigue.
De todos modos, el país puede hoy, como podía ayer, preguntar: ¿Qué pasa en Cuba? Porque, á esta fecha, todos lo adivinamos, pero no hay ninguno que lo sepa.
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