CODHECUN-0118

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Carta de un insurrecto A los que insisten en presentar la situación de Cuba como muy grave, les recomendamos la lectura de la siguiente carta, que pinta bien la verdadera situación de los insurrectos de Las Villas. La carta está dirigida al cabecilla Alejandro Rodriguez y la suscribe Cándido Alvarez. Fue encontrada en el bolsillo de la guayabera de uno de los muertos en la acción de Santo Domingo. Dice así: Sr. Alejandro Rodriguez. Habana. Aprovecho la oportunidad del amigo S., que pasa á esa zona de su digno y acertado mando, para tener el gusto de dar constetación á su muy grata, que llegó á mi poder con bastante retraso. Empezaré por darle gracias expresivas por sus inmerecidos elogios y expresarle mis deseos de estrechar la mano de tan bueno y consecuente amigo. Cuando se disponía el jefe del departamento (Mayía) á marchar á Occidente, era casi un hecho el que yo lo acompañara con mi regimiento; pero ese propósito del general fracasó completamente por ahora á causa de la derrota tan grande que sufriera por motivos, como siempre, de malas disposiciones y digo así, porque ¿a quién se le ocurre con esta avalancha de enemigos reconcentrar fuerzas en un campamento de 24 dias? De esperarse era el ataque combinado de 8.000 españoles, y donde pudo haberse hecho algo importante solo ha habido una completa dispersion bochornosa y en forzoso desprestigio de nuestras armas. A tal extremo llegó la cosa, que el general, después de haber perdido hasta el archivo del departamento, nadie puede precisar aún su paradero desde el 12 del mes pasado. Todo esto lo siento en el alma, y mucho más cuando mi fuerza fue también víctima de esos descabellos; pues del que en un tiempo pudo llamarse Regimiento Gómez, solo quedan pequeños grupos á pié y desnudos. Toda la fuerza está regada, y calcule usted los trabajos para recogerlo y organizar de nuevo. En aquellos dias estaba yo, como lo estoy todavía, enfermo con las fiebres, y por esto no me encontraba en el cuartel general, que si no, yo le prometo á usted que por lo menos yo peleo, y no se destroza mi gente, y hasta el general estoy seguro no tiene necesidad de esa huida vergonzosa. Pero ¿qué quiere usted? estaba allí de consejero el coronel V. N. (Vicente Núñez.) En fin, ya todo esto pasó, y no tiene otro remedio que soportarlo como otras tantas cosas, pudiendo ustedes contar que tarde ó nunca verán por esa al jefe de nuestro departamento. De sus encargos me he ocupado con preferencia y no he podido averiguar dónde están, pues unos me dicen en un lado y otros en otro. Seguiré indagando, y de aparecer, cuente usted los haré llegar á sus manos.

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