CODHECUN-0128

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Ya vendrá Los espíritus timoratos, haciendo el juego inconscientemente á los yankées, se dan ahora á buscar, á pedir responsabilidades, descargando sus más duros azotes sobre la prensa, culpándola de haber soliviantado al Gobierno llevándonos á una guerra, en la que todos convienen en que llevamos la peor parte. Y es preciso demostrar estas dos cosas; que no ha sido pecado el haber ido á la guerra, y que no es nuestra situación, con relación á los americanos, tan desesperada que no haya más que mendigar hoy una paz vergonzosa, cuándo todavía ano puedan ellos contar un solo triunfo sobre nuestras tropas ni sobre nuestra marina. No ha sido pecado el haber ido á la guerra; lo ha sido el no habernos provisto antes de media docena de barcos acorazados, el no haber acelerado el armamento de nuestra escuadra, el aprovisionamiento de municiones, subsistencias y carbones, en los sitios convenientes. Y no hablamos del abandono en que dejaron á Filipinas. Nosotros descontamos esta desdicha y la pérdida de aquéllos barcos cobardemente atacados, hundidos heroicamente en la bahía de Manila á presencia de sus asesinos. Allí la guerra no la hacen directamente los americanos, ni el triunfo, ni los despojos serán para ellos; ni ha llegado el momento de decir la última palabra, ni se conocen los propósitos de los partidarios de Aguinaldo, ni lo que sucederá á la llegada de nuestra escuadra. No negamos que Filipinas es la carne que desean repartirse varias naciones; pero esto mismo nos coloca en una situación que, si no nos puede consolar, tampoco le es muy grata á los americanos. De modo que, por este lado, los americanos no han conseguido ningún triunfo que les vanaglorie hoy, y en cambio han dado los primeros pasos en el camino de sus enemistades con naciones que algún día podrían vengarnos y en cuya venganza podríamos tomar parte. Y como todas las Filipinas no las hemos de perder, siempre tendrán por lo menos un enemigo, dos ó tres á quienes temer. Su cosecha sería de zozobras. En la Isla de Cuba, el triunfo es muy dudoso; ni en tres, ni en seis meses, han de llegar los americanos á dominar extensos terrenos. En este tiempo nuestra escuadra habrá realizado en Filipinas lo que á nuestros intereses convenga, y tendrá tiempo para volver á Cuba y hacer frente con la de Cervera á los barcos americanos que han de encontrarse muchos de ellos fuera de combate unos, y en peores condiciones otros que los nuestros, para un combate que podrá ser de mayor ó menor importancia. Nosotros opinamos que no debe aceptarse hoy por hoy ninguna batalla naval en Cuba, y que, llegado el caso de reforzar la escuadra, sirva solo para acometer los puertos americanos, burlar el bloqueo y tener en jaque á los bloqueadores, en tanto se mandan tropas á Cuba pasado el periodo de las lluvias. No comprendemos los desmallos del Gobierno ante una situación que no ofrece caracteres nuevos, puesto que, salvo lo de Filipinas, ha sucedido lo menos que pudiera acontecernos. El triunfo moral es nuestro y el material también en Cuba. Después de dos meses ¿que han hecho los americanos? Bombardear, gasta millonadas en pólvora, inutilizar algunos de sus más importantes barcos, y hacer un desembarco en la parte más enfermiza de la Isla, en donde mueren á centenares y sucumbirán por miles al plomo de nuestros soldados, por el vómito y por la fiebre; y, después de todo, de allí á la Habana, á la residencia del representante de nuestro Gobierno, hay muchísimas leguas. Cuba por los americanos, no es tampoco el ideal de los insurrectos; y el apoyo que estos les han de prestar no ha de ser tan importante como ellos se prometen. La paz vendrá, no hay que dudarlo; pero no es esta la ocasión en que, temores infundados de órden interior, nos precipiten á pedirla en condiciones desfavorables; y lo que es peor, en condiciones vergonzosas. Si bombardean, si distraen sus barcos, si los exponen á contingencias, que forzosamente no les han de ser favorables, tanto peor para ellos; menos barcos les quedarán. Si se agravian con unos, si se alian con otros, á menos tocarán. Y como á todos no podrán contentarlos, bueno será en último caso, dejarles herencia con pleito; que es el modo de que no sólo no hereden nada, sino que, á última hora, tengan que pagar crecidas costas en sus futuras cuentas. R. DE LA MIYAR.

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