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LA PROVINCIA EN MADRID Sr. Director de LA PROVINCIA 1º Abril 1898 Nada menos que la independencia de Cuba, y la evacuación por nuestras tropas, de la Gran Antilla, es lo que se asegura ha pedido Mac Kinley en la última nota que ha dirigido á Mr. Woodofrd, y que este ha entregado al Gabinete español. No es mucho lo que pide, si encuentra quien se lo dé, porque la verdad es que en España no hay quien le otorgue semejante concesión, ni aun con una rebaja de un 99 por ciento. El actual Gobierno, por sí y ante sí, dió á Cuba el régimen autonómico, pretendido y solicitado ha mucho tiempo; y aunque muchos entienden que no era el momento más oportuno de conceder la autonomia á la Gran Antila ello es que se hizo, y que se hizo de buena fé, en la inteligencia de que muchos insurrectos depondrían las armas, habria presentaciones á granel y la paz seria un hecho en breve. No ha sucedido así, desgraciadamente, y culpable de esto han sido los Estados Unidos que con sus […], con situar buques de guerra en el mismo puerto de la Habana, con la actitud bélica en que se han colocado, con notoria é injusta razón, ha dado y está dando lugar á que los insurrectos se envalentonen, y á que esperen la independencia de la isla. Esta pretensión de Mac Kinley, sugerida por los yankees, explotada por los laborantes y solicitada por los jingosen las Cámaras de Washington, solo le será concedida cuando España no exista. El hermoso espectáculo que anoche ofrecia la sala del régio coliseo, cuando apareció el cuadro final y la orquesta y las bandas militares tocaron el himno de Cádiz, dá idea de que somos descendientes de aquellos héroes de cuyos hechos gloriosos está plagada la historia. Los militares, el género masculino en todas las clases sociales, puesto en pié, lo mismo en la sala que en las butacas aplaudiendo sin cesar, y vitoreando á España, al ejército y á la marina, á Cuba Española y á España con honra; y las damas en palcos y butacas, luciendo la airosa mantilla española, y adornando su pecho y su cabeza, con claveles rojos y amarillos y lazos de los colores nacionales, tomando parte en aquel delirio de entusiasmo, arrasados sus ojos en llanto por la emoción que les producia, y agitando su finísimo y blanco pañuelo, demostraban, que España lejos de estar en el decaimiento se considera capaz de luchar y vencer, y está dispuesta á todos antes que perder ni un átomo de su soberanía, ni un centímetro de su territorio. Lo recaudado en la función de anoche, que asciende á 700.000 pesetas, las suscripciones iniciadas y otras funciones en proyecto darán clara idea á los yankées que aquí en España no se acaba el entusiasmo ni aún despues de gastado el último cartucho y consumida la última peseta. Entre aquellos vítores de entusiasmo solo se pronunciaba el nombre de España, el de su ejército y su marina, dando al olvido á los Estados Unidos, á los jingos, á los Morgán y á todos los enemigos de esta noble nación. Ha habido una idea, digna de la caballerosidad y de los sentimientos de este país culto y hospitalario. El buque que se comprará ó se construirá con el producto de los donativos de los españoles, no se denominará “Dos de Mayo” en consideración al pueblo francés, que tales pruebas de afecto y amistad nos está dando. El buque que se adquiera con las dádivas de este pueblo, se llamará España.

Todo continua en el mismo estado. Las mismas dudas, la misma ansiedad é igual deseo de saber como esto se resuelve. Hasta mañana, lo más pronto no espera el gobierno tener conocimiento de lo que decide Mac-Kinley. Este habrá reunido esta tarde á los secretarios de aquel Gabinete, para enterarles de lo que ha dicho el Gobierno español. Dícese que cualquiera que sea lo que el Gobierno de Washington resuelva, el de Madrid lo dará á conocer en seguida, con las reservas consiguientes. Hasta entonces nada dirá á nadie. Las noticias en la Bolsa son […], solo debidas á cálculos y conjeturas, pero menos pesimistas que las de ayer. A última hora corre como muy válido el rumor de que el asunto no dará ocasión á una guerra, y se arreglará amistosamente. E. Bermudez

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