CODHECUN-0208

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La jornada de Santiago. Ya tienen nuestro lectores ámplias y detalladas noticias del épico combate reñido el dia primero á las puertas de Santiago de Cuba entre las fuerzas del heróico general Linares y el ejército yankee en combinacion con los insurrectos. La agencia Reuter que tiene corresponsales en el teatro de la lucha trasmite un relato muy interesante de esta gloriosa jornada por el que puede verse que nuestros propios enemigos han quedado asombrados del valor sin semejante de los soldados españoles. Empieza el combate. A las siete de la mañana el general Shalter dió la orden para que comenzara el ataque. Hacía mucho calor, un calor insoportable, asfixiante. Un sol que abrasaba, que parecía de fuego y la falta de viento hacian irrespirable el ambiente. Yankees é insurrectos, casi en cueros, ofrecian el aspecto de un ejército de bárbaros. Algunos llevan el cinturon con los cartuchos á modo de taparrabos. Es lo único que los cubre. El combate en estas condiciones es horrible. Bajo aquel sol de plomo, entre los olores nauseabundos de una vegetación fermentada, teniendo que abrirse camino con el machete á través de piteras y plantas venenosas, corriendo el riesgo de ser picado por millares de insectos ponzoñosos, es la pelea durísima por uno y otro bando. Las lluvias torrenciales de los últimos días han hecho más imposible la marcha por aquellos campos. El toque de generala en el campo de los sitiadores es recibido con algun a gritos de ¡Viva Cuba libre!, que inician los insurrectos y que repiten los americanos. En tanto, de la parte de Santiago de Cuba se oyen formidables y entusiastas gritos de ¡Viva España! En ambos lados hay muchas ansias de combatir. Como todas las tropas inexpertas, poco acostumbradas á la guerra, los americanos inician el ataque vigorosamente. Este se dirige contra las obras exteriores de Santiago. Los americanos y cubanos avanzan á un tiempo mismo en tres direcciones. Lawton y Wheeler atacan al Caney; Kent marcha sobre Aguadores, y Calixto Garcia se aproxima al propio tiempo al Caney por el lado del Sudoeste. Otras divisiones americanas se lanzan sobre Santiago por el Este. Presentan las fuerzas yankees un frente sólido desde la costa hasta las obras defensivas septentrionales construídas por el general Linares. Las escuadras en juego Las flotas americana y española trabaron batalla desde la primera hora, apoyando respectivamente á sus ejércitos de tierra. Los barcos de Sampson intentaron destruir, sin conseguirlo, las baterías de Aguadores. En tanto, los buques de Cervera lanzaban granadas contra las líneas americanas y cubanas. Pánico de los yankees Fue tanto el estrago que desde un principio hicieron en el bando enemigo los proyectiles de la escuadre, que por un momento sembraron el pánico y la dispersion de los primeros batallones de infantería. En su visita, el general Shafter hizo colocar dos baterías de artillería ligera al frente de las tropas. A la cabeza de ellas va el general Shafter. El avance de Caney Las tropas americanas, al mando de Shafter, comenzaron la batalla atacando el Caney. Wheeler con la caballería, y Calixto García con los cubanos, se unieron bien pronto á Lawton en el avance sobre el Caney. Durante algun tiempo, los españoles se batieron con bravura, con desesperacion, á fin de conservar el Caney; pero los americanos ganaron gradualmente el terreno, defendido palmo á palmo, rechazando á los españoles hacia la poblacion. Valor admirable Kent, que mandaba el centro del ejército, partió sobre Aguadores á la misma hora. Estas dos divisiones han sido las más comprometidas en el combate trabado al Sudeste de Santiago. Aguadores ha estado tan defendido como Caney, defendido con verdadero encarnizamiento. Los españoles se baten uno contra diez con un valor extraordinario, admirado y celebrado por los mismos yankees. Detalle lúgubre Sampson, en vista de la tenaz resistencia que ofrecen los españoles, manda hacer un fuego terrible sobre las líneas españolas en ese lugar de Aguadores. Al mismo tiempo tres barcos de la flota americana bombardean las baterías del Este y del Morro, que casi destruyen por completo. En tal momento, la carnicería causada por el combate es espantosa. Los muertos y heridos caen á centenares, por montones. Las auras, cuervos del país, forman nubes cerniéndose sobre los cadáveres. Retirada gloriosa Las fuerzas españolas que estaban en el Caney debieron por fin, ante la fuerza del número, que no vencidos por el valor del enemigo, replegarse sobre Santiago de Cuba. Lo hicieron tan ordenadamente que pudieron recoger muchos heridos yankees. Las fuerzas americanas y cubanas presentan actualmente una línea no interrumpida, desde el Sudeste hasta el Norte de la ciudad. Destrozo de una compañía Durante la noche los españoles lanzaron granadas sobre las líneas americanas. Una granada española, certeramente disparada, cayó en medio de una compañía yankee, destruyéndola por completo, matando á todos sus individuos, sembrando el espanto y la consternacion en aquel punto de la línea de combate. Suspension de la lucha El avance del general Shafter quedó detenido á las puertas de la ciudad de Santiago de Cuba. Era ya de noche cuando cesó la batalla, y solo sus sombras detuvieron el coraje y el empuje de los combatientes de ambos bandos. La batalla ha sido aplazada, si puede ser, para continuarla mañana. Rechazados En Siboney las fortificaciones españolas resistieron con gran ventaja al ataque del enemigo. Se cree que las granadas lanzadas por los barcos de la escuadra de Cervera han causado grandes pérdidas entre los americanos, cuando éstos tocaban las defensas exteriores de Santiago. El fuego que hacían los españoles detuvo á los yankees, cuando se apoderaban ya de los hilos de hierro de barbeta de ocho pies de altura que hay delante de Santiago. Impresión en New York Telegrafian de Siboney á las nueve de la noche del dia 1.º de julio, diciendo que se calculan las pérdidas del ejército americano en más de mil bajas. Ese número de bajas, verdaderamente terrible, ha causado gran sensacion en la opinión americana, y aun horrendo efecto en el mismo ejército sitiador. Se ha ordenado á todas las tropas de reserva que se coloque al frente de la línea de ataque cuando se reanude el combate.

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