CODHECUN-0213

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LA PRIMERA GARANTÍA Hace ya muchos años que comenzó á ser una preocupación nacional la cuestión de la marina de guerra. Ante la inmensa expansión colonial, buscada por Europa en los demás continentes, y los formidables aprestos marítimos realizados durante los últimos diez años, España, que no necesitaba de colonias nuevas para sentir la necesidad de estar dignamente representada en los mares, empezó á estimular el celo de sus gobernantes á fin de lograr la creación de una verdadera escuadra. Todos los esfuerzos fueron inútiles. Propagandas de la prensa, debates parlamentarios, cantidades enormes consignadas en los presupuestos del ramo, y cuya administración han tratado de fiscalizar más de una vez los representantes del país, todo ha sido en vano; solo hemos conseguido resultados parciales, muy estimables, sin duda, pero de ningún modo proporcionados á la magnitud del sacrificio. No es esta ocasión de dilucidar las causas de tan lamentable fenómeno; salta á la vista, sin embargo, que la primera y principal de ellas ha sido la improbabilidad de un conflicto que hiciese necesario el empleo de esa fuerza y la conveniencia de proponer su creación á servicios que parecían más urgentes. Los acontecimientos han venido á abrir los ojos de gobernantes y gobernados en las postrimerías de la situación anterior, cuando solo era tiempo de improvisar, cosa que rara vez puede dar buenos resultados, y menos aún en materia de construcciones navales. Hoy, sin que se hayan construido barcos grandes ni se hayan adquirido en el extranjero, renace y se extiende la confianza que España debió sentir siempre en sus fuerzas marítimas, merced á un buen sistema de organización. Esta distribuye convenientemente las fuerzas, agrupa los elementos de combate con relación al destino que han de recibir, multiplica la eficacia por medio de la más acertada distribución, y como que crea un conjunto del cual sólo existían los elementos aislados. Es en efecto, una verdadera creación la que resulta de la tarea llevada á cabo por el actual Gobierno, puesto que sin la organización que ha dado á los elementos de la marina militar, nadie podía estar seguro de responder á eventualidad de ningún género, mientras que en estos momentos vemos cubiertas y previstas todas las contingencias. La organización es la eficacia; y sólo así se comprende que realice milagros que en otro caso exigirían gastos enormes, que no están á nuestro alcance y que tampoco nos darían la confianza que hoy nos inspiran la previsión y el acierto del Gobierno. Esa es la primera garantía que España necesita, y debemos felicitar al Gobierno y felicitarnos por haberla logrado y establecido.

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