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LA SITUACIÓN EN CUBA
En la conciencia de todos está que al fin y á la postre han de resultar completamente estériles é infecundos cuantos sacrificios están imponiendo al país los gobernantes para prolongar un poco más la guerra de Cuba.
Según parece, ahora se cae en la cuenta de que mientras los Estados Unidos quieran, será inútil que pretendamos pacificar á Cuba, ni por medio de las armas ni con reformas de ningún género. Mas á pesar de todo, á pesar de ser general el convencimiento de que han de ser infructuosos cuantos sacrificios se hagan, nadie parece enterado de ello, todo el mundo procura olvidarlo, y entre tanto, quince mil hombres más, ¡vil carnaza de pobres!, embarcan en diferentes puertos con rumbo á la gran Antilla, donde dentro de muy poco tiempo sus cuerpos quedarán convertidos en excelente abono para aquella tierra, que otros explotarán después realizando soberbias ganancias.
¿Y se consiente y se tolera esto? ¡Pues no ha de consentirse! ¡Pues o ha de tolerarse! Ninguno de esos quince mil desgraciados, ninguna de sus familias poseen ese puñado de vil metal que se requiere para eximirse de servir á la patria. Tratárase de otros, no existiera esa odiosa ley, fueran á la guerra los ricos como los pobres y no sería posible que gobierno alguno consintiera el sacrificio estéril de quince mil, ni diez mil, ni cinco mil hombres, ni tan siquiera de un centenar. Pero se trata solamente de los pobres, de los desheredados, de los humildes, gente que no paga más contribución que la de sangre y que no come el día que no trabaja. ¿Qué importa, pues, añadir otros quince mil á los doscientos mil que ya van sacrificados? ¿Quién ha de protestar, quien ha de oponerse á ello? En tanto España va quedándose despoblada de gente útil: quedan aquí los haraganes, los gomosos y los gandules que, vistiendo el sayal, se redimen del trabajo y de ir á la guerra; queda aquí la sangre podrida, la polilla, la degeneración; despoblados los campos y los talleres, mas poblados cada día los conventos y los seminarios, y si no se hace aquí muy pronto un esfuerzo poderoso de los que salvan á los pueblos, no habrá en breve quien trabaje y quien produzca, no quedará en España ni una gota de sangre que merezca este nombre.
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