CODHECUN-0256

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LA GUERRA Y LA IMAGINACIÓN POPULAR ¡Hermosa facultad la facultad imaginativa! Vuela por los espacios ideales, crea a su antojo, se aparta de la baja tierra y mira con desprecio á la pobre humanidad que se revuelca por estas charcas. No hay quien detenga á una imaginación lozana, fresca, exhuberante. ¡Bendita sea! Pero si la imaginación en obras de arte puede producirlas admirables, capaces de llamar la atención de todos, suele ser, en cambio, funestísima cuando se aplica á sucesos de la vida real de enorme trascendencia y para los cuales toda calma es poca y toda sensatez necesaria. Y, sin embargo de que lo conveniente fuera esto, nada excita tanto la imaginación popular como las guerras y ¡cuánto no exitará estas imaginaciones nuestras, desarrolladas por ambientes grandes y continuados hechos militares! La imaginación popular española se entrega en estos momentos á fantasear, como el pez se entrega al agua. Es raro, rarísimo, el día que se nos pasa sin un notición de grueso calibre. Ya es una derrota completa de la escuadra enemiga, ya es uno de los mejores barcos de guerra de la nación americana que se ha ido á pique, ya es, por el contrario, un desastre en toda línea sufrido por España ¿Quién los recuerda todos? Y se dan pelos y señales y se lanzan nombres propios y se manejan mil argumentos que dan vida al canard y aseguran su circulación. Naturalmente, los incrédulos al oír tales preguntas interrogan enseguida sobre su procedencia, y la imaginación, lejos de detenerse, sigue su curso ¿Dónde? ¿Que donde está el telegrama que eso dice? ¡Ah!, yo mismo lo he visto. Está en (aquí el nombre de un periódico). Otras veces el que lo cuenta no lo ha visto, pero lo ha visto un amigo suyo. Se sabe la noticia por un telegrama que se ha recibido en casa de (y aquí el nombre de una importante casa naviera ó bancaria). Y á esto se añade casi siempre el no le quepa usted duda. En efecto, se hacen las averiguaciones y resulta que ni en la redacción ni en la casa aludidas se sabe una palabra de cuanto se ha dicho. Para sustos no se gana. Hay que comprimirse, porque á este paso no la guerra, sino las intensas emociones que envuelven las noticias creadas por la imaginación popular, pueden dar cuenta de nuestras vidas. Todo lo decimos porque hoy también hemos tenido notición. Afortunadamente á la hora en que escribimos estas líneas no se ha confirmado nada de lo que se ha hecho correr.

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