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El Manifiesto de los autonomistas
Ya se habrá publicado en la Habana el Manifiesto que la delegación de la Junta Central del partido autonomista dirige al pueblo cubano.
El documento tiene interés. Revela el predominio de la tendencia radical que pide modificaciones en la Constitución, y plantea el más grave de los problemas, el de la Deuda, si bien no hace más que tratarlo de soslayo.
Declara el Manifiesto que su objetivo se dirige á conseguir dos fines principales, que son la paz y la consolidación de la autonomía.
“Esta –dice– no será un campo abierto para los unos y cerrado para los otros, sino un ancho hogar que sirva de albergue á todos los habitantes de la Isla: peninsulares y cubanos, blancos y negros, conservadores y liberales.
La autonomía –añade– no se debe solo á los antiguos autonomistas y reformistas que la impulsaron extendiendo por todas partes el conocimiento de los problemas cubanos, demostrando que el nuevo régimen no sería la proscripción del elemento peninsular, sino también á la revolución, que sacudió á la conciencia nacional y despertó el sentimiento de justicia de la madre patria.
Para facilitar la paz –afirma el documento– debe la autonomía ser tan amplia que solo se circunscriba y limite la soberanía de España.”
El Manifiesto reconoce la conveniencia de modificar la Constitución colonial, y recuerda que la suspensión de garantías, según la Constitución de la monarquía española, corresponde á las Cámaras, pidiendo se modifique el artículo 30 para alejar el temor de que el gobierno de la nación impida la discusión de las Cámaras.
Pide también que dentro de límites razonables se extienda la competencia del gobierno colonial respecto al ejercicio de las facultades del regio patronato.
Aspira á que queden deslindadas [l]as representaciones y las funciones del gobernador general en su doble carácter de delegado de la metrópoli y jefe del gobierno colonial.
Reclama la modificación de los artículo 5.º y 7.º de la Constitución colonial acerca de las condiciones exigibles á los consejeros, que no deben ser tantas como se fijan, atendiendo á la disminución de la riqueza del país.
Después de manifestar que los problemas de la Deuda y los gastos de soberanía deben resolverse de acuerdo con el gobierno colonial ó con sus delegados, recomienda la concesión de una amnistía total, resaltando los beneficios que producen los indultos concedidos, y termina dirigiéndose á los insurrectos y recomendando la concordia de uno y otro bando, solo temporalmente enemigo.
“A nadie reconoceremos el derecho –dice– de monopolizar el nombre de los españoles é imponernos una noción estrecha del patriotismo que sentimos. Pues de la propia manera á nadie toleraremos que monopolice el nombre y la representación de los cubanos para mantener una lucha que carece ya de razón de ser.
Caiga la responsabilidad de los desastres de la guerra, de sus infaustos daños para la Isla, sobre los que con su intransigencia retardan la obra de la pacificación.”
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