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LA CLAVE DEL ENIGMA
La opinión pública, ese mónstruo de todos los tiempos, que todo lo examina y lo aquilata, rechazó desde el primer momento por inadmisible, la idea de que sólo al bandolerismo se deberá la grave determinación de declarar el estado excepcional ó de guerra en la isla de Cuba.
Los hombres de mayor significación en la política, contribuyeron, por su parte, á robustecer el juicio de la opinión. Todos convienen en que la situación de la grande Antilla es hoy por extremo delicada, y alguno más […] en la emisión de sus juicios ha convertido la palabra separatismo, atribuyendo á esta idea la causa de cuanto allí ocurre, para deducir la necesidad de enviar hombres, barcos y dineros, elementos indispensables en estos momentos para restablecer el principio de autoridad y prevenir toda contingencia.
La palabra separatismo es, con efecto, la clave para descifrar cuanto en Cuba ocurre; porque con ella se explica la conducta seguida por el general Calleja, á la par que el envío de los barcos de guerra acordado en principios de febrero, y la idea de aumentar las fuerzas que tenemos en aquellas posesiones.
Pero todo esto debió haberlo previsto en su oportunidad el gobierno; porque ha podido observar por su notoriedad, cómo desde 1868, en que sonó en Cuba la palabra separación, la idea ha tomado cuerpo ó se ha empequeñecido hasta parecer extinguida, según que los gobiernos de la Metrópoli se distinguieron por su debilidad ó por su energía.
Conceder á los pueblos libertades mal avenidas con sus costumbres, y para las cuales no se hallan convenientemente preparados, será siempre motivo de disturbios, y ya tenemos buena enseñanza en nuestro propio país, para que pretendamos reproducirla en nuestras Antillas. Jamás fueron los gobiernos más débiles que en tiempo de la República, y nunca tampoco hubo en España tantas asonadas y motines como en aquella época se produjeron. Y quién sabe cuál hubiera sido nuestro destino, al no haber venido á ocupar el trono de sus mayores, el inolvidable y malogrado Rey D. Alfonso XIII.
Él dió la paz á España, terminando con las huestes carlistas en las provincias; él llevó á Cuba la tranquilidad y la esperanza, destruyendo los gérmenes del filibusterismo, que hoy parece vuelven á renacer por la imprevisión, la debilidad y la terquedad del gobierno. Porque es indudable, el origen de cuanto en Cuba ocurre, hay que buscarlo en el relajamiento del principio de autoridad, consecuencia inmediata del planteamiento de las reformas.
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