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¿SE SABRÁ LA VERDAD?
“Ni Maceo, ni Máximo Gómez, se han movido de sus residencias habituales; no hay desembarco alguno; carecen los rebeldes de jefes caracterizados; está circunscrito á Santiago de Cuba el movimiento; ya han llegado á dicho departamento refuerzos, y ya han empezado las operaciones.” Esto leemos en un periódico de gran circulación y, por supuesto, adicto á los hombres que dirijen los destinos públicos.
Despues de esto, no cabe más que una afirmación, impuesta por ley indeclinable de severa lógica. Cuanto se ha dicho y se dice, con relación al estado actual de Cuba, no tiene fundamento, ó más claro: está basado en suposiciones á que da motivo la conducta del general Calleja, que con impremeditación censurable, en uso y abuso de su autoridad, ha venido á resolver con su voto la suspensión de garantías.
No necesitamos nosotros recordar hoy lo que con sobrada repetición pensamos del general Calleja. Siempre le hemos considerado como un peligro para los intereses de la patria en aquella región, y por lo mismo que su conducta no ha dejado lugar á la duda respecto á la protección que ha venido dispensando á los partidarios de las reformas del Sr. Maura, de que debe ser considerado verdadero apóstol. Pero esto no es obstáculo para que en los actuales momentos no nos dejemos llevar de exajerados pesimismos.
La responsabilidad de cuanto en Cuba ocurre, no tanto pesa sobre el general Calleja, cuanto sobre el gobierno, y muy singularmente sobre los señores Maura y Abarzuza. La culpa del general Calleja consiste en haber prestado demasiado calor á una idea; la del señor Maura, en haberla concebido y dado forma; la del gobierno, en proceder con sobrada lijereza en su aceptación, sin prevenir sus contingencia.
Digan lo que quieran los partidarios del Sr. Maura, nunca podrán negar sin temeridad insigne, que su plan de reformas halló en Cuba y áun en la península sus principales adeptos en el partido autonomista, partido en el cual se cuentan en gran número, acaso formando mayoría, los filibusteros.
El filibusterismo ha comprendido que su acción será más eficáz el dia en que, cubierto con la máscara de partido legal, pueda tomar parte en la dirección de los destinos públicos, y firme en su propósito de laborar por la emancipación, ha entrado todo él en las filas del autonomismo.
Todo esto es consecuencia natural de las reformas, y de cuanto ocurra, ha de ser, por lo mismo, único responsable el gobierno.
Por otra parte; no es exacto que la conducta del señor Calleja esté destituida de fundamento. Contra la afirmación de que reina tranquilidad en Cuba, protestan los hechos, y sirve de demostración la conducta del gobierno. Por boca del señor ministro de Ultramar, sabe el país que el general Calleja no ha dejado de participarle cuanto en aquella región ocurría; y que estas noticias no debieron ser muy satisfactorias, bien lo demuestra la adopción de medidas de tal gravedad, como el envio de buques de guerra, por cierto hecho cautelosamente y distrayendo la opinión, que previa su verdadero objeto.
Lo que no tiene posible explicación, es el proceder del gobierno, movilizando fuerzas, aprestando buques, procurando recursos, sumando, en una palabra, todos los elementos necesarios para una guerra, que parece inminente y desastrosa, y al propio tiempo, afirmando que nada ocurre en Cuba, ó al menos, que no ocurre nada de importancia.
El país tiene derecho á saber toda la verdad, como tiene el gobierno el deber de decirla.
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