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UN HÉROE
En medio del fuego, atacando las posiciones enemigas de Sebrocal, ha muerto hace pocos dias en Cuba, el capitán de infantería de Marina D. Juan González.
Muerte gloriosa la de este soldado, cuya vida, noblemente empleada, no se olvidará fácilmente de cuanto, la conozcan.
D. Juan González era joven, aficionado al estudio, notable africanista, orador fácil y gallardo. Hombre de pensamiento y acción, ha repartido su existencia entre los combates, las empresas arriesgadas y los libros. Todos recordarán hoy el generoso aliento de caridad que le llevó á través de los peligros de la costa africana, á rescatar á los tripulantes del Icod, que sufrían los hierros de la barbarie, y que próximos á morir de hambre, debieron mas que su libertad, su vida al esfuerzo del bizarro capitán.
En el Ateneo, en el Centro Instructivo del Obrero, en el Centro Militar, habló varias veces narrando sus viajes y sus aventuras, pintando el país recorrido hasta encontrar a los cautivos, sin que jama apareciera la nota de la vanidad. Contaba todo aquello como si no hubiera contraído mérito alguno, como si no fuera uno de aquellos nombres de quienes dijo Cánovas que antes de narrar las hazañas las realizaban.
Fue González de los primeros que acudieron á Cuba á defender la integridad de España. La triste suerte acabó con una vida que prometía ser en alto grado útil á la patria. Útil será también su ejemplo, porque es de los que confortan a los débiles, animan á los entusiastas y quedan en la memoria de la raza como timbre de honor.
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