CODHECUN-0147

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Maridos á dúo Lo que quedarnos sin Cuba y tambien sin Puerto Rico −por lo pronto, que despues veremos si de arma un lio y se lleva á Filipinas algun punto filipino− es muy grave, aunque al gobierno todo eso le importa un pito. Si embargo, lo más fuerte es, que al regresar al nido conyugal muchos esposos imparciales y solícitos, ¡horror! se encuentran cesantes del empleo de maridos, porque las tiernas esposas en un rapto de histerismo al suponerles cadáveres −tal vez por no haber escrito− ¡zás! se han casado con otro, no cadáver sino vivo. En Cataluña, en Valencia, y aqui, sucede lo mismo: un muerto resucitado, un esposo fallecido, que de pronto se presenta con todos sus utensilios matrimoniales, pidiendo con justo derecho el sitio en el hogar y en el tálamo: ¡que conflicto! ¡que conflicto! Legalmente y segun cánones el esposo primitivo debe ser el que se lleve á la mujer, concedido: ¿pero cómo se la lleva, con los desperfectos físicos que el segundo matrimonio le habrá causado de fijo? ¡Pues no digamos de ella! Si distancias ha medido y si ha hecho comparaciones y á gusto en el machito y por feliz coincidencia se halla en estado de sitio, vayale usted á que acepte un cambio tan repentino. Total, que si en estas cosas me paro, pienso y medito, lo de perder las colonias se me antoja lo mas infimo y hasta lo del pro-to-co-lo me parece sencillísimo. ¡Cielos! Pero eso de hallarse mujeres con dos maridos ¡eso si que me resulta sublime, hermoso, magnífico! Cerisola.

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